Thursday, March 1, 2012

Palawan y el último adiós

Bueno, esto ya se ha terminado. Todo lo bueno se hace corto. Sniff.

Escribo ya desde el aeropuerto de Dubai( en el mismo sitio donde estuve hace ya casi tres meses) a la espera de mi último avión hacia España.

La verdad que no tengo ganas de volver pero no hay más remedio. Creo estar sufriendo el síndrome post-viajero y eso que todavía no he llegado.


¿Quién puede vivir viajando?

No sé quien puede. Lo que si sé es que ahora vivo para viajar.

Sobretodo después de este gran periplo asiático( el año pasado al volver de la India no tuve estas mismas sensaciones). Y es que no hace ni tres días que estuve en Filipinas y ya la hecho de menos. Como alguien que le has cogido mucho cariño. Y es que aparte de los paisajes, playas, islas, montañas, peces globo, tortugas marinas, tiburones-ballena y demás elementos visuales totalmente espectaculares, echo de menos sobretodo su gente. Echo de menos que los niños ya no me saluden por la calle,que la gente ya no me sonría constantemente, que no me pregunten cómo me llamo e incluso que ya no me digan (y esto me hacía mucha gracia) que me parezco a Jesús, cosa que hacían entre risas todas las filipinas y que no les faltaba razón, pues con las pintas que llevo, podría presentarme al casting del "Cristo de Balmaseda" que por cierto será dentro de poco je,je.

Pero bueno, antes de despedirme tengo que dejar constancia del último tramo del viaje que ha sido de lo más esplendido y colorista.

Y se llama PALAWAN. Palawan ha sido la guinda de una inmensa y exquisita tarta llamada Filipinas. Y sus ingrdientes son Port Barton, El Nido y Coron.
Pero voy a dejar de escribir y dejar que las imágenes hablen por si solas:


Entrada al río subterráneo. The underwater river.


Con un niño(siempre sonrientes) en Port Barton.


Una de las playas más bonitas que he visto en mi vida. A unos 40 km al norte de El Nido.


Big Lagoon. El Nido


Un poquito más de El Nido.


Filipina observando el horizonte mientras vamos a Coron.


Coron


Robamos una barca que había amarrada en una roca. O mejor dicho y con mucha jeta, la cogimos prestada. Nos dimos una vuelta increíble en esta laguna salada(completamente cerrada al mar) que existía en el centro de un islote. Tuvimos que hacer un poco de caminata para llegar hasta aquí. Por supuesto la laguna era sólo para nosotros. No había nadie más.


Diciendo adiós en mi último baño.




Sólo las fotos pueden detener el tiempo...